Hace cuatro años me propusieron participar en las cenas Alpha... yo era catequista desde hacía unos años así que dije sí.
Mi misión fue de ayudante de mesa, esa persona que no habla mucho y que debe rezar por los invitados de la mesa. Cuántas veces pensaba que no sabía rezar, que no lo estaba haciendo bien.... hasta que fui capaz de ver que, en mi, no está la fuerza, la Fuerza viene del Espíritu Santo y es el Él quien utiliza nuestros pies, nuestras manos, nuestra oración para actuar. Con las semanas es increíble ver a los invitados dejar de serlo, para ir transformándose en amigos, compañeros de fe, cómplices de lo se vive y se siente, en las mesas
¿Qué ha cambiado en mi, con las cenas Alpha? Sobre todo la manera de ver a los demás, no sólo invitados, también al equipo, a mi familia, en fin a los que me rodean.
el tener que rezar por los demás hace que piense menos en mi y me hace estar más atenta a los demás y eso me llena de paz.
Los miércoles son cómo un oasis en el desierto...para mí es cómo estar un rato en el cielo, porque aunque haya que correr para que todo esté listo a una determinada hora, lo que en el ambiente se respira es alegría, paz y amor por lo que estás haciendo.
Alpha me ha enseñado a saber darme, a ser más sencilla, a valorar lo que es realmente importante en mi día a día y sobre todo a ser instrumento en manos de Dios, a dejarle hacer...y cuando te dejas todo sale. Gracias por esa primera experiencia y por todos los años que le han seguido y seguirán.
Ana